domingo, 22 de noviembre de 2009
El Miedo al Agua, la Hidrofobia
Foto: Country de Estudiantes de La Plata.
Hidrofobia:
Miedo al agua.
Definición ampliada:
Se define como un persistente, anormal y injustificado miedo al agua.
Quienes padecen esta condición –producto de algún trauma infantil relacionado con los líquidos- les tienen aversión a las sustancias líquidas en general y al agua en particular. En ocasiones la palabra se usa como sinónimo de “rabia” del cual es solamente un síntoma. Para la psiquiatría, en cambio, se refiere al miedo al agua, o a nadar. Es común tener cierto resquemor al agua cuando está en cauces peligrosos, como el mar o los ríos, o bien muy profunda, todas ellas por miedo al ahogamiento. Es patológico cuando se refiere a una aversión al agua como sustancia en sí. En este sentido, el término más adecuado sería “acuafobia”.
En general, el miedo de los hidrofóbicos es a estar sumergido en un ambiente acuoso. La mayoría de ellos, por ende, no sabe nadar. De hecho, aprender a nadar constituiría una mejoría y un paso para superar la fobia. El fóbico experimenta ansiedad aunque se dé cuenta de que el agua que corre río abajo a metros de distancia, el agua que sale del grifo o incluso en una tina de baño no constituye una amenaza para su persona. Evita estar en contacto con ella, además de nadar puede experimentar ansiedad al ser salpicado o mojado, o temer ser sumergido en un cuerpo de agua.
Tratamiento:
Según los expertos, la primera norma para ayudar a un niño a superar este tipo de temores es no forzarle a que lo afronte directamente, ya que podríamos provocarle mucho más miedo. Para Jiménez Planas, "la clave de todo es demostrar y transmitir al niño la sensación de que estamos junto a él, de que nosotros no nos sentimos asustados y jugamos y disfrutamos. De esta forma, puede llegar a calmarse. Por el contrario, si su temor angustia a los adultos que están cerca, el pequeño puede entender que a los mayores también les da miedo, y posiblemente le entrará el pánico". Por este motivo, este profesional asegura que lo más conveniente es proponernos como "modelos a imitar" y, tranquilamente, con paciencia, transmitir seguridad. "Hay que dejar que el agua suba hasta una altura del cuerpo del niño que normalmente no tolera, incluso dejarle solo poco a poco, siempre bajo supervisión profesional, para que el miedo vaya desapareciendo". Otro método para evitar que un chiquillo sienta fobia al agua es animarnos a asistir junto a él a los cursillos que organizan las piscinas durante todo el año.
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